¡Bienvenido C3 – Colegio de Ciencias del Comportamiento!

Las Ciencias del Comportamiento son la aplicación práctica de los avances de las Ciencias Cognitivas. La filosofía, la psicología la inteligencia artificial, las neurociencias, la antropología y la lingüística dan forma a un diálogo multidisciplinar que nutre campos como la etología, la economía, la política, la comunicación o el marketing en un árbol frondoso en el que todos los días se desarrollan nuevas ramas.

Abonando este árbol, en EN MENTTE apoyamos una nueva iniciativa educativa llamada C3 – Colegio de Ciencias del Comportamiento, desde nuestra perspectiva de la Psicología del Consumidor, en aras de ofrecer Educación en línea de Alta Calidad a todos los profesionales hispanohablantes que deseen aprender sobre las Ciencias del Comportamiento y aplicarlo a su formación profesional y personal.

La humanidad enfrenta grandes retos comunes como la reciente pandemia por el Coronavirus SARS-CoV2 o la emergencia climática que todos los días avanza a pasos agigantados pero sin que nuestras decisiones y conductas se modifiquen significativamente debido a los obstáculos evolutivos que entraña para nuestra mente el avance lento del fenómeno.

Solo el conocimiento claro, juicioso y honesto de nuestras virtudes y defectos nos permitirá reconocernos junto con los demás animales que habitan la biósfera, para enfrentar juntos las amenazas y oportunidades de habitar un planeta con cientos de especies compitiendo y cooperando a la vez, viajando en esta extraña roca intergaláctica que atraviesa el espacio sideral.

C3 – Colegio de Ciencias del Comportamiento se constituye en una fuente de conocimiento para la discusión y la conversación racional y empírica desde la formación académica y humana, que emerge hoy en medio de la esperanza. Le deseamos buen viento y buena mar, navegando con la confianza en hallar, sin prisa, tierra firme. Para ver el avance de este barco llamado C3, los invitamos a visitar el sitio web www.c3-edu.com

Perfil del consumidor antioqueño

“La idea que tenemos del consumidor antioqueño debe ser reevaluada. nos hablan de ´el orgullo paisa´ y ´la antioqueñidad’, como si estuviéramos en el siglo pasado”, afirma Carlos Andrés Naranjo Sierra, director de EN MENTTE en la presentación del Perfil del consumidor antioqueño. La investigación se llevó a cabo por nuestra firma de psicología económica y del consumidor, para dilucidar los factores clave que intervienen en su decisiones de compra de los paisas.

El consumidor antioqueño se ha ido globalizando, haciendo difusas las fronteras que marcaban las montañas de estas tierras colombianas. Es cada vez más diverso, más digital, multimedios y con una fuerte tendencia hacia la conciencia verde y nuevas formas de asumir los insights que se basaban en «el orgullo paisa» y la «antioqueñidad». Si desea recibir el informe completo del Perfil del consumidor antioqueño, escríbanos un correo electrónico o envíenos un mensaje por WhatsApp con sus datos de contacto, contándonos que desea el informe. Para hacerlo dirígase a la nuestra sección de Contacto, haciendo clic aquí.

Sobre la racionalidad o irracionalidad económica

La Universidad Pontificia Bolivariana a través de su programa En rojo y negro para el Canal TeleVID, invitó a varios expertos a reflexionar sobre el tema del consumo y la racionalidad económica. Un asunto sobre el que se discute ampliamente desde la psicología, la publicidad, la economía y las neurociencias a partir del limitado acceso a la información de los actores económicos del mercado y los sesgos cognitivos y que le ha valido el premio Nobel de Economía a psicólogos como Daniel Kahneman en el año 2002 y este año 2017 a Richard Thaler.

Los invitamos a ver el programa a continuación, en el que tuvo la oportunidad de participar como invitado el psicólogo y publicista Carlos Andrés Naranjo Sierra, director de EN MENTTE y NARANJO PUBLICIDAD, para hablar de qué tan racionales somos a la hora de consumir y las implicaciones éticas de la publicidad y el marketing en la nueva era de los medios masivos de comunicación y las redes sociales, y cómo influye la situación económica de una persona en las compras impulsivas.

Comportamiento consumista diferencial por género en humanos desde una perspectiva de la psicología evolucionista


Por: Wendy Sánchez*
Los consumidores somos seres biológicos cuyas mentes y cuerpos han sido moldeadas por fuerzas evolutivas. Sin embargo la investigación sobre el consumismo había ignorado, hasta la década pasada, las fuerzas evolutivas que afectan nuestra naturaleza universal de consumo, esto debido al arraigamiento de la visión de la mente humana como un tabla rasa donde el consumo está determinado por la sociedad y cultura en la que el individuo crece; por lo que los estudios en este campo se habían centrado en las decisiones tomadas por el consumidor debido a la socialización, y se manejaba un punto de vista constructivista. Desde una perspectiva de la psicología evolucionista se inicia el estudio del comportamiento de consumo a la luz de la evolución, aportando causas últimas en la explicación de las decisiones tomadas por los consumidores y mostrando que los humanos hemos evolucionado preferencias gustativas que hablan del ambiente ancestral en el que vivían nuestros antepasados; compramos productos que sirven como señales sexuales; ofrecemos regalos como medio de forjar, mantener y fortalecer los lazos de parentesco, amistades y alianzas. Además se ofrecen explicaciones a los comportamientos diferenciales de consumo entre géneros (machos y hembras) más allá de puntos de vista constructivistas y de la teoría del rol social (Buss, 2005)

El ejemplo prototipo que muestra el punto de vista del constructivismo es la preferencia de juguetes. El argumento manejado por la teoría del rol social es que los roles de género son impuestos arbitrariamente por una sociedad sexista, y que esto inicia por medio de la imposición por parte de los padres a preferencias de juguetes para niños y niñas; donde se le enseña a los niños a ser más agresivos jugando con camiones y soldados y a las niñas a ser más obedientes, responsables y a asumir un rol menos agresivo al jugar con muñecas y bebés. Esta visión se ha extendido al punto que padres intentan criar a sus hijos con juguetes neutros para no caer en la temprana socialización e imposición de roles de género por parte de la sociedad. En contraste, la psicología evolutiva ofrece otras explicaciones para estos distintos roles, teniendo en cuenta los problemas adaptativos distintos que enfrentaron hombres y mujeres durante un pasado evolutivo. Existe evidencia científica que muestra que infantes que aún no han alcanzado la etapa de desarrollo cognitivo para ser socializados muestran preferencias tradicionales por juguetes asociados a su género (Alexander, Wilcox, &Woods, 2009; Jadva, Hines, & Golombok, 2010). Lamminmäki et al. (2012) midió testosterona en orina de infantes durante sus primeros 6 meses de vida y correlacionó estos niveles con la preferencia por juguetes asociados al género (tren vs. muñeca), en el estudio se encontró una correlación negativa entre el nivel de testosterona en niños con el tiempo de juego con muñecas y una correlación similar se encontró en el caso de las niñas entre el nivel de testosterona y el tiempo de juego con trenes. Preferencia por juguetes típicamente preferidos por niños se ve incrementada en niñas androgenizadas (Berenbaum & Hines, 1992; Hines & Kaufman, 1994; Fausto-Sterling 1992) lo que indica que factores biológicos (ej, niveles prenatales de andrógenos) pueden influenciar el dimorfismo sexual de las preferencias por juguetes. Los niños parecen prestarle mucha atención a objetos que se mueven y a su ubicación; mientras que las niñas parecen asignarle mayor interés a las formas y los colores (Alexander, 2003). Teóricos evolutivos señalan que parece posible que los hombres y las mujeres hayan desarrollado sesgos visuales especializados que optimizan el desarrollo de comportamientos asociados al dimorfismo sexual con un significado adaptativo en la búsqueda y obtención de alimento en el pasado evolutivo del humano. El significado adaptativo de las habilidades espaciales de los machos, dado el posible éxito conferido en la caza de animales, sugiere que la visión del macho es altamente sensible a los objetos que proporcionan experiencia en el seguimiento de los movimientos espaciales de los objetos. Esto es consistente con el hecho que los juguetes, como las pelotas o los carros, son más interesantes para los hombres que para las hembras, porque inducen el movimiento (ej, Eisenberg et, 1982). Mientras que para las mujeres se dio una especialización en su sistema visual, que permite reconocer formas y colores que mejoran el forrajeo de alimentos provenientes de plantas o que promueven el cuidado de los bebés, al tener mejor reconocimiento y memoria. Las preferencias de las niñas por muñecas y colores cálidos (ej, Iijima, Arisaka, Minamoto, & Arai, 2001), y una ventaja femenina en el tratamiento de la expresión facial (McClure, 2000), son todos coherente con esta posibilidad.

En el campo del apareamiento, machos y hembras también muestran comportamiento diferencial de consumo, apoyado en el argumento evolutivo que machos y hembras tienen diferentes rasgos que valoran en el atractivo. Buss (1989) colectó datos de 10.000 personas a través de 37 culturas diferentes y encontró que los machos invariablemente a través de todas las culturas preferían la juventud y la figura como rasgo importante en la definición del atractivo, en comparación con las mujeres, que preferían machos con mayor capacidad económica. Esto predice un mayor esfuerzo en los hombres por la adquisición de recursos, y en las mujeres por mantener el atractivo físico y la juventud. El consumo de productos dirigidos a aumentar el atractivo se llama consumo conspicuo, y las mujeres incurren más en él que los hombres (ej. cosméticos, cirugías plásticas…), en su mayoría encaminados a mantener la apariencia de juventud. Constructivistas sociales podrían argumentar que estos tipos de productos son una de los muchos agentes de socialización que enseñan a los hombres a valorar la juventud y belleza de las mujeres. Mientras que desde un punto de vista evolutivo, estos productos existen en esta forma porque los hombres tienen preferencias evolutivas (Saad, 2006). Los hombres también presentan comportamiento conspicuo, ellos más que las mujeres invierten en objetos que reflejan sus estatus (ej, carros costosos). Saad & Vargas (2009) aportaron evidencia de que los hombres cuando conducen un carro costoso aumentan sus niveles de testosterona, y Guéguen and Lamy (2012) establecieron vínculos entre el estatus del carro que el hombre conduce y su éxito de apareamiento, ellos demostraron que la probabilidad de que las mujeres aceptaran dar su número telefónico estaba supeditada a la condición del automóvil en el que estaba sentado el hombre de la solicitud. Las tasas de éxito en la aceptación de la solicitud a los hombres de los autos de alto, medio y bajo estatus fueron 23,3%, 12,8% y 7,8%, respectivamente.

También se han encontrado diferencias de género en las motivaciones para dar regalos. Dentro de la psicología evolucionista el dar regalos es una manifestación de altruismo recíproco, acuñado por Trivers (1971), el cual es un mecanismo adaptativo que evolucionó como resultado de los beneficios en el fitness por la distribución de alimentos, la formación de coaliciones y la evitación de los depredadores. En el contexto de dar en las relaciones románticas, la necesidad de reciprocidad se combina de forma única con las distintas estrategias de apareamiento de los hombres y mujeres. Específicamente, se encontró que los hombres, en comparación con las mujeres, eran más tácticos en sus motivos para dar regalos y que los utilizaban como un elemento integral y táctico del ritual de cortejo. Los hombres más que las mujeres indicaron el uso de los regalos como una señal para indicar recursos, crear una buena impresión, como medio de seducción, y mostrar el interés a largo plazo (Saad & Gill, 2003).

Específicamente, en dominios donde tanto hombres y mujeres han enfrentado los mismos problemas adaptativos, diferencias en cuanto sexo no fueron encontradas (ej, fiebre como un mecanismo adaptativo contra la infección); por lo que no se esperan diferencias en el consumo de productos que corresponden a dominios donde tanto hombres como mujeres han enfrentado los mismos problemas adaptativos (Saad, 2006). Por ejemplo, ambos sexos han evolucionado las mismas preferencias gustativas por comidas ricas en calorías y grasas, porque el problemas de supervivencia fue el mismo para ambos sexos: escasez calórica en un pasado evolutivo (Drewnowski, 1997). También la preferencia por comidas con especias se da desde un contexto evolutivo por la hipótesis antimicrobiana, donde en climas calientes hay más propensión a la presencia de patógenos en las comidas, y el uso de especias ayuda al control de estos (Billing & Sherman, 1998).

Como opinión personal recalco que en la investigación del comportamiento consumista en humanos en importante tener en cuenta tanto causas próximas (ej. socialización) como causas últimas, explicadas a la luz de la evolución, para tener un mejor entendimiento de nuestro comportamiento y que los miedos sociales a la discriminación de género por parte de estos estudios deben ser superados, ya que la consigna de que todos somos iguales no se cumple ni siquiera de un individuo a otro, ni incluso en gemelos idénticos; por lo que negar las diferencias de género no es la forma de entender que todos merecemos las mismas oportunidades.

*Estudiante del pregrado de Biología de la Universidad de Antioquia.

Bibliografía
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