La importancia del nombre


Cuando va a nacer un hijo, una de las labores a la que dedicamos más tiempo, es la elección del nombre. La mamá saca una lista de nombres de niños y el papá una de nombres de niñas; los tíos opinan, los abuelos también y finalmente papá y mamá toman una seria decisión, pues saben que ese nombre será la identificación permanente de esa nueva persona.

Sería tonto pensar que el nombre es algo sin importancia. ¿Por qué entonces, se toma tan a la ligera la elección del nombre en los negocios?. Se ha vuelto común ver tiendas llamadas “tienda sin nombre” o con iniciales como “KPF” o “RPN” que finalmente vienen a ser lo mismo que no tener nombre, pues el significado de estas iniciales sólo las conoce el dueño del local y su familia y no el cliente que es quién necesita saber el nombre para identificar mentalmente el negocio.

A menos que se tenga toda la plata del mundo para por medio de la publicidad explicarle a la gente que significa “RPN” o cualquier otro nombre extraño, uno debería escoger para su tienda un nombre que desde que se pronuncie, hable de la función del negocio, de su diferencia y que sea registrable. Debe ser claro, sencillo y provocativo. Que no haya que hacer esfuerzo para entenderlo o memorizarlo como los de aquellos niños llamados Egesell o Usnavy.

Póngase en los zapatos del cliente


Hay tenderos que llevan años trabajando tras de su mostrador y pocas veces se han preguntado qué es lo que esta en la mente y el corazón de sus clientes. ¿Por qué compran unas cosas y otras no? ¿Qué les gusta? ¿Qué esperan encontrar en la tienda? ¿Cómo servirles mejor?

Tratar de ver las cosas desde el punto de vista del cliente, ayuda a prestar un mejor servicio y generalmente a vender más, pues se descubren nuevas formas de satisfacer los deseos y necesidades de sus consumidores.

Fácil y simple


La psicología del consumidor nos muestra que entre más fáciles y sencillas las cosas para el cliente, más probabilidades hay de establecer una relación comercial con él. Recientemente la empresa de fotocopiadoras Xerox, descubrió después de un completo estudio en el que participaron antropólogos, psicólogos, publicistas e ingenieros, que el exceso de botones y funciones en sus máquinas copiadoras, hacía que la gente no entendiera fácilmente su funcionamiento y por consiguiente dejara de comprarlas. A partir de ahí se diseñaron unas nuevas copiadoras con un máximo de tres botones para todas sus funciones, lo que ha redundado en beneficio de sus usuarios y por consiguiente de sus ventas.

Piense como cliente


Al igual que los productos, los servicios como las tiendas, pueden simplificarse en beneficio del cliente. Es fácil encontrar tiendas en las que las mercancías no están organizadas por categorias. Se encuentra la panela al lado de las pilas y los lapiceros, lo que dificulta la identificación visual de la mercancía por parte de quién desea comprar. También están llenas las vidrieras y las paredes de afiches viejos y ofertas excesivas que saturan la tienda y hacen que al final no se lea nada con tanto letrero. Las tiendas terminan volviéndose un mostrador detrás de un cúmulo de avisos.

Trate en estos días de hacer el ejercicio de pensar un poquito como cliente. Busque formas para colocar la publicidad sin saturar el local, alternativas para pagar la mercancía a partir de las nuevas tecnologías, criterios de atención que agilicen la compra y no hagan al cliente esperar demasiado, en especial al que compra más.

Los negocios existen no porque vendan, sino porque hay clientes que compran. Ponerse en los zapatos del cliente significa asumir una actitud de facilitador de la satisfacción del cliente que permita que todos ganemos.