Los hipermercados, como los dinosaurios, están llamados a desaparecer, dice cofundador de Carrefour


Georges Chetochine, gurú de los establecimientos comerciales a nivel mundial, resume así la suerte que podrían correr esas grandes superficies.

Chetochine, consultor de empresas como Marks & Spencer, Atlas y Eurotyre, entre otras, hace su afirmación en momentos en que se avecina la construcción de nuevos hipermercados en varias ciudades colombianas. Por lo menos 100.000 metros cuadrados más están en camino de ser edificados en el sector, según revelaciones de Fenalco.

Él fue uno de los conferencistas centrales de Góndola 2005, y considera que el futuro está en los pequeños formatos. Una posición bastante controvertida en Colombia dónde algunos piensan que todavía hay margen de maniobra para que surjan grandes superficies.

¿Por qué dice este gurú que desaparecerán los hipermercados tarde o temprano? Porque la gente quiere tiendas más especializadas en determinados productos, con gran rotación de surtido y dónde haya una mayor cercanía no solo física sino también emocional. Dónde haya una atención más personalizada.

Pero también porque es más fácil para estos establecimientos manejar una infraestructura y personal de tamaños más reducidos. Wal-Mart, por ejemplo, tiene 1,2 millones de empleados, lo que hace muy complicado el tema administrativo.

«Esto no significará para Colombia ni para otros países mayores traumatismos, lo que tiene que hacer es adaptarse rápidamente a las nuevas circunstancias», dijo Chetochine, quien precisó que así como hace 15 ó 20 años en el país no se pensaba en la tecnología y el uso masivo del celular, ahora este sistema está al alcance de todos.

Este proceso irá de la mano de una revolución en el mercadeo de los productos para fomentar más la demanda, que no dependerá de las marcas, o de los precios sino de otros factores, como por ejemplo, crearle ansiedad o expectativas a los consumidores para que demanden un determinado artículo y no otro.

«Los precios ya no serán los determinantes, entrar en una guerra de precios sería un suicidio», puntualizó.

Fuente: www.eltiempo.com.co

La marca país Latinoamericana


Por: Andrés Oppenheimer

He aquí una buena noticia para Latinoamérica: una nueva encuesta mundial revela que Brasil, Argentina y México tienen mejor imagen en el exterior que India, China, Sudafrica y casi todos los países de Europa Central.

Sin embargo, la mala noticia para Latinoamérica es que mientras algunos países de la región tienen una imagen relativamente positiva en el exterior, sus productos no. El Ranking Anholt-GFK Roper de Marca País del 2008, una encuesta realizada a 20,000 personas de todo el mundo que mide la imagen externa de 50 naciones, revela que los productos latinoamericanos todavía son recibidos con aprensión en gran parte del mundo.

»Los países latinoamericanos son considerados muy pintorescos, cálidos, coloridos, y vibrantes, pero no competentes», me señaló Simon Anholt, el consultor del gobierno británico que realizó el informe, en una entrevista telefónica. «Ese es su principal problema».

El ranking general de la imagen externa de los países está encabezado por veinte países industrializados. Alemania, Francia e Inglaterra ocupan los tres primeros lugares, en ese orden, y Estados Unidos está en séptimo lugar.

Más abajo en la lista, Brasil ocupa el lugar número 21, Argentina el 24, México el 26, India el 27, China el 28, Polonia el 30, Chile el 38, Ecuador y Cuba comparten el puesto 46. Pero cuando se les preguntó específicamente cómo valoraban los productos de todos los países del mundo, los encuestados colocaron a los países latinoamericanos mucho más abajo en la lista.

El ranking de percepción de calidad de las exportaciones de la encuesta está encabezado por Japón, Estados Unidos y Alemania, en ese orden, mientras Corea del Sur ocupa el puesto número 18, Nueva Zelanda el 20, China el 21, India el 26, Brasil el 27, Argentina el 31, Chile el 40, Cuba el 46 y Ecuador el 48.

Anholt, quien realiza este ranking todos los años, me dijo que la encuesta sobre exportaciones es más importante que la de la imagen general de los países, porque tiene un impacto más directo sobre la economía.

»Si uno tiene que elegir entre dos marcas completamente desconocidas de aparatos de DVD’s, y una dice «Made in Japan» y la otra »Made in Guatemala», la gente seguramente comprará la japonesa», dice Anholt. «Cientos de millones de personas de todo el mundo toman esa clase de decisiones diariamente».

Anholt recomienda que los países gasten menos dinero en campañas de promoción del turismo o de las exportaciones, y que se concentren más en elaborar un proyecto integral de marca país.

»Deben crear una organización que abarque el gobierno, los empresarios y la sociedad civil, para que todos ellos se pongan de acuerdo en cuál es la imagen actual del país, cuál es la que se quiere proyectar, y qué se va a hacer colectiva e individualmente para mejorar la imagen nacional», explicó.

La clave para generar una buena marca país para las exportaciones es la innovación, me dijo Anholt. Cito el ejemplo de Nueva Zelanda, un país que hasta hace dos décadas era virtualmente desconocido en el resto del mundo. Nueva Zelanda adoptó una estrategia integral para promover su industria turística y sus exportaciones de kiwi, de cordero y de mantequilla, con un lema común: «Cien por ciento puro».

»Eso era más que un eslogan: era realmente la verdad sobre el país», dice Anholt. «Transmite el mensaje de que es un país no contaminado, lo que resulta muy atractivo para el turismo, pero también para sus productos alimenticios».

Mi opinión: La nueva encuesta revela que Brasil, Argentina y México tienen una imagen relativamente positiva en el exterior, en gran parte gracias a sus atractivos turísticos, su comida, su música, su cultura y sus logros deportivos. Pero el hecho de que ningún país latinoamericano esté por encima de la India en lo que hace a la imagen de sus productos, es un síntoma de cuánto necesitan hacer para mejorar sus marcas país.

Cuando visité India el año pasado, me sorprendió la disparidad entre la imagen internacional del país como superpotencia emergente y el destartalado aeropuerto, los caminos ruinosos y la inmensa pobreza que vi a mi llegada. En comparación, cualquiera de las grandes capitales latinoamericanas parece mucho más moderna que Nueva Delhi.

Sin embargo, después me enteré de que India ha creado la Fundación Marca País India, una organización público-privada con un fondo fiduciario de US$50 millones, que ha estado promoviendo el país en el exterior durante más de una década como «la democracia de libre mercado de mayor crecimiento del mundo».

Eligieron un tema exclusivo, lo promovieron conjuntamente, y eso ayudó a mejorar su imagen en el exterior, incluyendo sus exportaciones.

No pude evitar pensar que si India -con todas sus imágenes de pobreza extrema- logró promocionar sus productos exitosamente en el mundo, no hay motivo para que los países latinoamericanos no puedan hacer lo mismo, o aun más.

Fuente: www.elcolombiano.com.co

Quien presta el servicio no debe hacer la encuesta

Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Llegan por fin los muebles que hacía 15 días debieron entregarnos. Los domiciliarios amablemente los suben a nuestro apartamento, los desempacan y me dicen que debo firmar dos documentos, uno de recibido y el otro… no se ve bien, lo cubre una hoja que sólo deja ver el espacio de la firma. Les pregunto que es. “Ah, es una encuestica, si quiere nos colabora llenándola”. Bueno, imagino que es importante desde que piden mi firma y no deja de parecerme sospechoso que no me enseñen algo que exige mi firma. Descubro que debo calificar el tiempo de entrega.

¿Este pensamiento es demasiado desconfiado? algunos de mis colegas psicólogos dirán que se trata de una sobregeneralización con situaciones similares. A lo mejor los operarios en este caso tienen mucho que hacer como para esperar que el cliente llene la encuesta y sus jefes los obligan a cumplir con un estricto cronograma. También puede darse el caso de que los clientes no se cuiden de responder esta retroalimentación por pereza o porque realmente nos les importa y los domiciliarios decidieron evitarme esa incomodidad.

Recuerdo, en mi paranoia, situaciones similares en el pasado reciente. Que vengan a mi conciencia: una encuesta de cumplimiento, que si llenara hoy dejaría bastante mal parada a la empresa de telecomunicaciones de mi ciudad que nos instaló el servicio de telefonía, televisión y banda ancha, y otra cuando trajeron los electrodomésticos de la cocina. Es como un déjà vu: “Ah, eso… es una bobada, una encuesta, si quiere la llena. Eso sí, me regala su firmita aquí abajo”.

El titulo de este articulo es obvio pero necesario. Al menos así parece por lo que veo en las investigaciones de satisfacción que me hacen firmar sin llenar. El mensaje de error aún no es claro para muchas compañías que, asumo, quieren mejorar su servicio y sus productos. Claro que también puede darse el caso de que simplemente estén procurando cumplir con algún requisito del cualquier proceso de calidad. También puede ser que quieran ahorrarse unos cuantos pesos en onerosas firmas encuestadoras o en costosos centros de llamadas, en ese caso también sería útil que se ahorraran el diseño y la impresión de la encuesta pues los datos que califican son falsos.

Pensemos que las empresas que usan esta riesgosa metodología verdaderamente quieren mejorar su comunicación con el cliente pues les interesa conocer la percepción y la satisfacción del cliente, después de todo la recompra casi siempre es más rentable. Sin embargo como dirían los abuelos: “están buscando el muerto río arriba”. Así no van a obtener respuestas sinceras sobre la percepción de sus consumidores. Algunas veces porque, como sabemos, los mismos operarios las llenan y otras veces, porque el cliente no tiene la dureza para calificar mal a una persona que tienen al frente sudando y de afán. Es por eso que quien presta el servicio, no debe hacer la encuesta. Si de verdad quieren saber que piensan sus clientes deberían hacer algo tan sencillo como una llamada un par de días después, a cargo de otra área diferente de la empresa o, mejor aún, por un agente externo que no tenga cuidado con callos que pisar. Mientras tanto estas empresas seguirán tabulando imaginarios y tomando decisiones basadas en fantasías.